lunes, 16 de julio de 2012

Cuando el Prozac invadió nuestras vidas: Intereses y Verdades de la Psiquiatría y Farmaindustria


La psiquiatría y farmaindustria han usado los fármacos para formar un mercado enorme y lucrativo de miles de millones. Y han hecho esto dando nombres a más y más problemas de la vida, como trastornos médicos que requieren tratamiento psiquiátrico. Por ejemplo, la timidez como trastorno de angustia social.
Por ello, es casi imposible que hoy uno visite un psiquiatra y se le diagnostique una enfermedad mental que requiera determinados psicofármacos.

La psiquiatría es una ciencia médica sumergida en el modelo biológico. Muchos psiquiatras están convencidos de que la etiología de la enfermedad es biológica, por cambios químicos en el cerebro. Si generalizamos en el caso de las depresiones,  se cree que la reducción del neurotransmisor serotonina produce un desajuste químico que a largo plazo  trae consecuencias para el sujeto. Luego, los psiquiatras  deben buscar aquellos fármacos encargados de corregir los desequilibrios bioquímicos que puedan existir.

Así, y en relación con lo anterior,  surge al principio de los años 90 un  nuevo fármaco: la fluoxetina o Prozac, que supuso la  nueva revelación para el tratamiento de depresiones. Gracias a los medios de comunicación, este nuevo fármaco despego ante la promesa de solucionar buena parte de los problemas de la vida hacia una personalidad más positiva. Se le presentaba al mundo la famosa y valorada píldora de la felicidad.


Sin embargo, ante las ventajas que presumía tener el nuevo fármaco estrella para tratar las depresiones, se le comenzó a dar un uso mucho más amplio, como por ejemplo en el Trastorno del Déficit por Atención e Hiperactividad (TDAH), considerado como un trastorno que se debe a una combinación de factores psicológicos y biológicos, y también para suplir todas aquellos inconvenientes a los que una persona puede llegar a enfrentarse en una comunidad, como por ejemplo, tratar la timidez que nos impide mediar con los demás.

El prozac es un claro ejemplo de la evolución conjunta de psiquiatría y farmaindustria. Por un lado, la farmacéutica presentaba  el remedio para resolver los problemas de la vida, administrado incluso sin estar enfermo,  y por otro lado  la psiquiatría daba  la solución más eficaz y más fácil para tratar con los pacientes. Así pues,  la gestión de psicotrópicos por los psiquiatras refuerza a la farmaindustria a seguir con las investigaciones a la par que ambas demandan la creación y revisión de trastornos mentales con el único objetivo de que estas dos entidades comiencen  un único sendero para el tratamiento de  psicopatologías.

A lo largo del tiempo, el prozac  se fue transformando  en un fármaco genérico y que se puede vender a un precio mucho más bajo que antaño (el precio en las farmacias ronda los 3 euros).

Por ende, la Farmaindustria ha perdido buena parte del interés sobre este medicamento, y sus investigaciones van enfocadas a la producción  de otro fármaco,  como por ejemplo el Zyprexa, un antipsicótico de  última generación para tratar la esquizofrenia que batió record de facturación en España. Esto refuerza todo lo expuesto hasta aquí acerca de la postura optimista, y no tan cerrada,  que adopta la psiquiatría sobre la creación y propagación de los nuevos medicamentos.

Y no es de extrañar que en los próximos años se multipliquen el número de neuróticos y psicóticos debido a los intereses comunes, lejos de toda verdad, de la psiquiatría y Farmaindustria.

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