miércoles, 15 de agosto de 2012

Conlleva una gran soledad


En una aburrida noche de julio en Asturias (donde julio no es verano), cogí el mando en busca de una de esas agradables películas antiguas que tienen un final cálido preferiblemente representado por el siguiente diálogo: "- ¿A dónde me llevas? - A casa.". En lugar de eso, encontré otra distracción sencilla entre la profusa basura de programación veraniega: Spiderman 2. Os estaréis preguntando qué demonios tiene eso que ver con la psicología. Pues como todavía no sé muy bien qué es lo que no tiene que ver con psicología, yo escribo sobre Spiderman 2.
Pues bien, Spiderman, como ya sabéis, da muchas lecciones sobre responsabilidad, deber y prudencia para con la vida. En pleno Nueva York, recio capitalismo, ambiciosas metas imposibles, gente apresurada... En definitiva, en un loco zoo feroz donde si no estás avispado te comen entero, un chico comprende que, a veces, "para hacer lo correcto debemos de mantenernos firmes y renunciar a lo que más queremos, incluso a nuestros sueños".  Aprende que "están pasando cosas más importantes que tú y que yo en este momento". 




Peter Parker dice que ha sido tocado por el destino y que su don es su maldición, su  historia siempre tratará de la pérdida de una chica… y todos los días se pregunta, ¿Cuánto tiempo podré soportar esta soledad? 
Nosotros no hemos sido tocados por el destino como Peter, nosotros hemos sido tocados por el pasado, que determina quienes somos. Nuestra historia siempre tratará de las relaciones que no supimos tener. Y sin ninguna condena heroica, nos preguntamos también todos los días, ¿Cuánto tiempo podré soportar esta soledad?
Spiderman está naufragando en la soledad invencible de su responsabilidad y nosotros estamos naufragando en la soledad pasmosa de nuestra mezquindad. Peter Parker se siente solo porque no podrá tener nunca relaciones sociales normales -parece ser que las relaciones sociales son más reforzantes que salvar al mundo-, y nosotros nos sentimos solos por odiar la normalidad y las relaciones sociales. Si tememos y odiamos tanto la soledad, ¿por qué evitamos las relaciones personales? Hay un aprendizaje tirano en todo esto. Patética condena la nuestra.

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