jueves, 6 de septiembre de 2012

EL PARADÓJICO "INDIVIDUALISMO DE MASAS"


La “individualización” no es un fenómeno universal sino una tendencia visible en las sociedades occidentales de los últimos años y cuya expansión se advierte a escala mundial, nace así el paradójico concepto que Sombart viene designando como “individualismo de masas” y es que, como ya adelantaba Marx hay más sujetos que los que hayan soñado las filosofías".

Así, podríamos decir que la génesis de las formas de identidad comienza con la filosofía griega, el sofismo entenderá la voluntad irracional, al servicio de intereses privados, como única garantía de saber, y mostrará escepticismo ante la existencia de principios universales, surgiendo así el enfoque individualista hedonista, (pesimismo ilustrado, naturaleza orgánica de Kant, Freud) .Posteriormente, con la cosmovisión cristiano-medieval, la subjetividad es sinónimo de interioridad, entendida en San Agustín, como unión con el creador. Es este momento, con las sociedades estamentales, cuando la identidad quedaba prefijada por estancias supraindividuales.

 En Descartes, destaca la subjetividad cognoscente. La conciencia es entendida como un conjunto de ideas, no individuales, sino universales. A diferencia de Hume, para quien la mente es un conjunto de impresiones individuales.

Durante la industrialización, el proceso de individualización se exacerba, el liberalismo político y económico y, la consiguiente urbanización, conllevaron una ruptura con las raíces locales y las relaciones sociales, produciéndose la separación entre la vida pública y la vida privada. De manera que el individuo se encontró solo y auto- observándose  a la hora de dirigir su vida.

En medio del capitalismo salvaje, surge el individualismo posesivo, que entiende que cada cual es propietario de su persona y sus capacidades y ha de buscar el beneficio particular en cada relación. A su vez se origina a raíz de la teoría de la evolución, el darwinismo social, defendiendo la competitividad entre individuos, frente a la cooperatividad de la cual el propio Darwin era partidario.

En los sesenta, surge en Estados Unidos la psicología humanista de la mano de Maslow y Rogers que defiende la existencia de un individuo metafísico, que no formaría parte de la sociedad. En el mismo momento en el que tiene lugar el Movimiento por el Potencial Humano, que defendía el cambio de vida, la felicidad y la autorrealización del americano, dando lugar a la fragmentación de la identidad personal.

Como resultado, el individualismo actual se asienta sobre la individualización alentada por la civilización industrial. Este individuo amenazado por la incertidumbre y la indefensión, delega su libertad y sustituye la responsabilidad por tutela, recurriendo a los saberes expertos y a la cultura terapéutica, cuyos principios de actuación desconoce.

En este contexto, se produce la fragmentación, no sólo de la identidad personal en una multiplicidad de singularidades en devenir, sino también de la sociedad, formada por una pluralidad de posibilidades separadas entre sí y parcialmente incompatibles, entre las que los sujetos se ven obligados a modelar una vida en continua amenaza de desanclarse.

De esta manera, la individualidad de nuestro tiempo, se centra en el cultivo de la propia interioridad, la autenticidad emotiva, la autoexploración y la idea de felicidad a través de la recolección de sensaciones intensas que rompan la monotonía  de la vida cotidiana, ante un mundo externo desprovisto de sentido. Ejemplos de ello, son el auge de la industria del entretenimiento, la creciente movilidad en los centros de trabajo y el consumo compulsivo, cuyo contraste con la cotidianidad, fomenta la sensación de vacío, y dando lugar a  la necesidad de constante excitación.

Así, respecto al aspecto físico, el culto al cuerpo es un hecho, convirtiéndose en expresión de la personalidad, cuyo perecer se intenta anular a través del dominio absoluto del mismo.

Se busca proyectar el “yo” en cada acción, bien consumido y relación. Lo público se reformula desde las categorías de lo privado. Senet, entiende que los vínculos sociales, únicamente tienen significación para este individuo, si permiten suscitar en el yo experiencias enriquecedoras. De forma que, las técnicas de autoayuda se centran en la necesidad de crear redes de apoyo formadas por los sujetos que comparten el mismo problema.

Por otra parte, nos encontramos ante una paradójica situación de desinformación por sobreinformación, a la vez que los medios de comunicación, engendran y destruyen celebridades efímeras dando creando la idea de que la fama está al alcance de cualquiera, lo que origina, en muchas ocasiones una frivolidad similar a la plasmada en el mito de Erostrato, dispuesto a conseguir el éxito a cualquier precio.

Todo ello surge a través de un sistema capitalista monopolístico. En el que las macroorganizaciones, se centran en crear necesidades. A su vez, según Lipovetsky, el consumo se vuelve personalizado, proyección de un sujeto fragmentado y cosificado, que entiende su identidad como posesión y consumo de todo tipo de  productos.

En medio de esta cultura empresarial, autores como Foucault, defienden que el individualismo es producido por las tecnologías de gobierno lo que da lugar a un individuo estandarizando, átomo de comunidades desintegradas y adaptado al creciente aumento de vida, mediante el consumo y los principios de la civilización técnica. Así, un ejemplo de este control político, sería el análisis de Rose del “trabajador contento”, instrumento alineado con los objetivos empresariales. Se produce así una despolitización de los problemas sociales, convirtiéndolos en problemas psicológicos e individuales y suprimiendo las movilizaciones colectivas para resolverlos. De forma que, la terapia individual sustituye a la acción política en lo que se conoce como el actual individualismo "positivo".

Ante esto, es necesario un sistema en el que el individuo sea gobernado través de su enlace o dependencia respecto al conjunto de la sociedad, mediante la responsabilidad, la cooperatividad, el altruismo y la construcción común de instituciones justas, que minimicen o supriman la opresión y la desigualdad entre los seres humanos.


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