La psiquiatría y farmaindustria han
usado los fármacos para formar un mercado enorme y lucrativo de miles de
millones. Y han hecho esto dando nombres a más y más problemas de la vida, como
trastornos médicos que requieren tratamiento psiquiátrico. Por ejemplo, la
timidez como trastorno de angustia social.
Por ello, es casi imposible que hoy uno
visite un psiquiatra y se le diagnostique una enfermedad mental que requiera
determinados psicofármacos.
La psiquiatría es una ciencia médica sumergida
en el modelo biológico. Muchos psiquiatras están convencidos de que
la etiología de la enfermedad es biológica, por cambios químicos en el cerebro.
Si generalizamos en el caso de las depresiones, se cree que la reducción del neurotransmisor
serotonina produce un desajuste químico que a largo plazo trae consecuencias para el sujeto. Luego, los
psiquiatras deben buscar aquellos
fármacos encargados de corregir los desequilibrios bioquímicos que puedan
existir.
Sin embargo, ante las ventajas que
presumía tener el nuevo fármaco estrella para tratar las depresiones, se le
comenzó a dar un uso mucho más amplio, como por ejemplo en el Trastorno del
Déficit por Atención e Hiperactividad (TDAH), considerado como un trastorno que
se debe a una combinación de factores psicológicos y biológicos, y también para
suplir todas aquellos inconvenientes a los que una persona puede llegar a
enfrentarse en una comunidad, como por ejemplo, tratar la timidez que nos
impide mediar con los demás.
El prozac es un claro ejemplo de la
evolución conjunta de psiquiatría y farmaindustria. Por un lado, la farmacéutica presentaba el remedio para resolver los problemas de la
vida, administrado incluso sin estar enfermo, y por otro lado la psiquiatría daba la solución más eficaz y más fácil para tratar
con los pacientes. Así pues, la gestión
de psicotrópicos por los psiquiatras refuerza a la farmaindustria a seguir con
las investigaciones a la par que ambas demandan la creación y revisión de
trastornos mentales con el único objetivo de que estas dos entidades
comiencen un único sendero para el
tratamiento de psicopatologías.
A lo largo del tiempo, el
prozac se fue transformando en
un fármaco genérico y que se puede vender a un precio mucho más bajo que antaño
(el precio en las farmacias ronda los 3 euros).
Por
ende, la Farmaindustria ha perdido buena parte del interés sobre este
medicamento, y sus investigaciones van enfocadas a la producción de otro fármaco, como por ejemplo el Zyprexa, un antipsicótico
de última generación para tratar la
esquizofrenia que batió record de facturación en España. Esto refuerza todo lo
expuesto hasta aquí acerca de la postura optimista, y no tan cerrada, que adopta la psiquiatría sobre la creación y
propagación de los nuevos medicamentos.
Y
no es de extrañar que en los próximos años se multipliquen el número de
neuróticos y psicóticos debido a los intereses comunes, lejos de toda verdad,
de la psiquiatría y Farmaindustria.
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